FUENTE: PARALELO 32 NOTA PERIODISTICA

Crespo.- La gerente general de La Agrícola Regional Coop. Ltda (LAR) y vicepresidenta del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER), contadora Noelia Zapata, se define como “una mujer en la empresa, no una mujer empresaria”. Durante una extensa entrevista con Paralelo 32 repasó su vida, expuso su visión del liderazgo en una cooperativa, recordó a las personas que marcaron su vida. Señaló que un tema que le ocupa gran parte de su tiempo es armar los equipos profesionales para la futura conducción de LAR.
– ¿Cuándo empezó a trabajar en LAR?
— Empecé el 11 de enero de 1974 en San Cor, en el complejo de chacinados. Era una quesería que LAR tenía junto con San Cor (fuera de la ciudad, camino a Camps. NdeR). Pero el 18 de marzo de ese mismo año me llegó una carta documento diciéndome que San Cor no podía darme trabajo porque no había instalaciones adecuadas para mujeres. No había sanitarios, yo iba al baño de varones; había unos 35 empleados. Yo era menor todavía. Me llegó esa carta documento y tenía un dolor en el alma. El gerente de LAR, don Juan Schmidt, me dijo ‘no te preocupes, no importa, mañana empezás en Crespo’. Estaba lleno de hombres, nadie me discriminó ni me faltó el respeto. Yo me había integrado a ese mundo y estaba sola, nadie me faltó el respeto. En LAR, estoy hace 42 años y nadie me faltó el respeto nunca. Pero el respeto te lo tenés que ganar.
– También es necesario incorporar mujeres a los grupos de trabajo. Un grupo de varones con mujeres cerca se cuida más en el lenguaje, en las actitudes.
— Sí, es así. Yo fui la primera mujer que participó del Consejo de Administración de LAR, hace unos 25 años atrás. Y muchos consejeros que habían trabajado antes, sin que hubiese una mujer, me decían ‘usted nos obligó a cuidar el lenguaje y los modales, estar más ordenados’. Aparte en mi personalidad, el orden está presente.
– El varón es más desordenado, la mujer apunta más a los detalles.
— Sí, pero el varón es más directo. Las mujeres damos más vueltas, me parece. Y no se perdonan tan fácil, están pendientes de lo que se dice. Yo, ese problema no lo tengo, gracias a Dios. Yo era la segunda entre cinco hermanos y siempre ayudaba a mi papá, que era albañil. Yo pensaba ‘no puede ser que mi viejo labure lo que labura y nadie lo ayuda’. En la secundaria me costaba un poco hablar y no me gustaba salir. Los domingos, desde el tercer año, me compraba el Clarín, con el suplemento económico. Desde tercer año que empecé a comprarlo, me leía todos los temas económicos. Y sabía muchísimo de economía, me encantaba la economía, todo lo macroeconómico. Los lunes, el profesor que venía de Diamante nos pedía algún comentario sobre temas económicos y yo conocía mucho, más que ahora. A mí me importaba lo macro, eso te tiene que importar. Los caminos se te abren si vos los vas conduciendo. Siempre me importó saber qué es conducir una empresa: es administrar recursos escasos. Es lo que siempre me movilizó: cómo administrar los recursos escasos, tanto en lo económico, en lo financiero, en lo tecnológico, en lo humano. Siempre hay que saber administrar y conciliar intereses. Esas fueron mis movilizaciones interiores, fuertes.
Estudiar la economía
– Pasó por muchas secciones?
— Por muchas (las enumera). Yo quería estudiar Ciencias Económicas, pero mi capacidad económica personal me lo impedía. Cuando hacía dos años que estaba trabajando, le pedí a don Juan Schmidt que me trasladara a la sucursal de Rosario para poder estudiar Ciencias Económicas. Y don Juan me decía ‘no m’hija, tu futuro no está en la sucursal, tu futuro está acá’. Entonces, estudié los cuatro años de la Licenciatura en Cooperativismo que por esa época se hizo en el Instituto Comercial Crespo. Después, la carrera no continuó por los militares. De las 200 personas que empezamos, debo haber sido una de las siete que terminaron. Después de eso, don Juan me mandaba a los cursos que hubiera. Con 19 años me quedé a cargo de Personal. Cuando rendimos para Sistemas, éramos como cien y quedé en segundo lugar, entre cuatro varones. Me daban el horario nocturno para que trabajara, porque había dos computadoras y había que trabajar horario corrido. Yo entraba a las dos de la mañana o a las 10 de la noche, nunca dije ‘no puedo hacerlo’. Eso fue una cuestión interior mía; siempre procuré hacerlo. Para eso me capacitaba. En Sistemas, la parte informática que recién comenzaba en 1979, me tuve que capacitar en Rosario, en Santa Fe. Eso me permitió mucho conocer LAR muy minuciosamente. En esa época conocí a Fernando. Después, cuando mi hijo más chico tenía cinco años, pude empezar a estudiar y en diez años hice las dos carreras, de contador y administración de empresas. Lo hice como un desafío personal, no porque me lo exigieran. Pero si uno quiere estar en algunos roles debe estar preparado para eso.
– Si un jefe no está capacitado con título, personal bajo su conducción con mayor formación puede condicionar la jefatura.
— Sí. Entre que terminé Cooperativismo y empecé las carreras de contador y administración, hice dos años en la Universidad de Belgrano, a distancia. Me iba en tren a rendir a Buenos Aires.
– ¿Los empleados y jerárquicos de LAR están estudiando o tienen títulos terciarios o universitarios?
— Sí, nosotros tenemos la decisión de que LAR debe profesionalizarse en todo sentido. Fue un desafío personal mío. Hemos incorporado y hemos alentado a que siga estudiando muchísima gente. Hoy tenemos unos 18 contadores, otros 12 o 14 ingenieros agrónomos, hay licenciados en Bromatología, en Seguridad e Higiene, en Recursos Humanos, ingenieros electromecánicos, abogados. Es un equipo interdisciplinario. También necesitamos la asesoría de psicólogos, para la incorporación de personal.
– Cuando Ud. empezó en LAR, ¿no había muchos con título?
— Don Juan Schmidt tenía segundo año de secundaria, que había estudiado a distancia. En esa época estaba Roberto Jacob, como gerente comercial; Ildefonso Heinzenknecht a cargo de Administración; y Abel Sabotigh a cargo de Producción.
Modelos de cooperativas
– Tiene algún modelo de cooperativa en mente, como las cooperativas Mondragón del País Vasco.
— Yo pude conocer Mondragón. Cambiando algunas cuestiones que tienen que ver con su idiosincracia, el modelo Mondragón es el modelo por excelencia. Ellos tienen una idiosincracia muy cerrada en algunos aspectos. Ese modelo cooperativo se puede aplicar en todo sentido, desde el Jardín de Infantes a la Salud. También hay otro modelo en Suiza, la cooperativa Migros, que tiene todo cooperativizado. Creo que las cooperativas de consumo en Argentina tienen muy buen desarrollo. Las agropecuarias también, pero tienen una competencia muy elevada, últimamente.
– ¿Por las corporaciones transnacionales?
— Sí. En el inicio del sistema agrario las cooperativas fueron claves; en Entre Ríos fueron claves. Cuando leo la historia, admiro a los hacedores del sistema cooperativo de aquella época. Admiro a los tres fundadores claves de LAR. Don Alejandro Mohor, fue el primer gerente y también el fundador del Banco de Entre Ríos. El Banco Rural, que empezó en Crespo, fue el inicio del BER. Don Otto Sagemüller, que ya había fundado su empresa, y el doctor Luis Etchevehere, que después fue gobernador. Fue el primer síndico de LAR y se venía en tren para asesorar a la gente. El sistema cooperativo es excelente; las que fallamos a veces somos las personas.
– El cooperativismo tiene una ventaja sobre la empresa privada. En cada instancia de renovación no se precisa elegir al hijo del dueño. Puede elegir a las mejores personas que tenga. Incluso eso explica por qué el capitalismo gira hacia la sociedad anónima, porque saca a una empresa de los imperativos familiares.
— Está bueno eso. Ese número uno no sólo tiene que tener conocimiento técnico, también debe conocer la razón de ser de la empresa; en caso contrario, su discurso se cae al día siguiente. Hoy se habla mucho de Responsabilidad Social Empresaria y todo lo demás. Pero las cooperativas, en realidad la tienen en su esencia; debe estar presente en cada acción. En eso, hemos hecho mucho y lo hacemos con sustento y convicción.
Estilo de trabajo
– ¿Cuál es su estilo de trabajo?
— Mi estilo tiene que ver con el trabajo interdisciplinario. Ahí encuentro las miradas más completas. Es fundamental el trabajo en equipo, una empresa como LAR no se puede conducir de otra manera.
– No existe la historia del innovador que conoce todas las respuestas.
— Creo que no, en realidad lo que prima es el trabajo en equipo. El jefe le da alguna impronta, pero en realidad no hace nada solo. Por supuesto, hay personas más verticalistas que quieren estar en todos lados. Pero yo prefiero escuchar al que más sabe del tema, y respaldar. Esa es la cuestión: escucharlo, entender de qué trata, y respaldar. Porque no vas a saber de todo. Por ejemplo, un ingeniero agrónomo. ¿Qué puedo saber yo de agronomía? Debo escucharlo, le pregunto, me informa y le respaldo en sus decisiones. Por supuesto que hay que controlar, conducir, hay que acordar muchísimas cuestiones. Pero no se puede saber de todo, sí tener una idea general de cada sector. Por ejemplo, en producción, al encargado le puedo pedir que hagamos el mejor producto, tratemos de llegar a la mayor cantidad de gente y vender al mejor precio. Pero, más que eso, no puedo.
Delegaciones
– ¿Reciben delegaciones de cooperativistas o viajan a otros lugares?
— Permanentemente recibimos delegaciones. Del extranjero, recibimos de Uruguay, de Paraguay, de Alemania.
– ¿Cómo están acá al compararse?
— Pienso que estamos bien. En otros países tienen distinto estilo sobre cómo hacen tal o cual cosa. Últimamente no veo mucha diferencia sobre cómo lo estamos haciendo en LAR. Tal vez, nosotros tenemos una cultura de escribir y reglamentar poco. Más bien comunicar verbalmente las cosas. Podría ser una falla no dejar todo por escrito.
– No protocolizar.
— No protocolizar tantas cosas. Es por la misma confianza que se va construyendo. Pero somos 600 personas y ahora hay cosas que debemos empezar a escribir. Durante muchos años trabajamos con ‘la palabra’, que no se cambia. Pero, a veces estaría bueno escribir más en algunas cuestiones.
– Y vivimos una época en que se ha devaluado la palabra.
— Estoy hablando entre nosotros. En las relaciones de LAR con el exterior, todo se realiza a través de las documentaciones correspondientes. Internamente, trabajamos mucho con la palabra. Hablamos, aconsejamos y vemos, pero es poco lo que escribimos.
Consejo Empresario
– Desde el CEER, ¿se logra influenciar?
— Estamos con muchas acciones sobre los temas de infraestructura. ¿Si se logra influenciar en la provincia? Yo diría que comenzamos ahora. Nos escuchan, nos llaman, dialogan. No es fácil para el gobernador como recibió la provincia. Cuando lo escuchás es coherente. La provincia está complicadísima, viene con problemas desde antes, nunca terminamos de despegar.
– A veces se nota mucha anomia en las instituciones oficiales.
— Yo creo que el Estado provincial tiene muchos problemas económicos, debe ordenarse, ser más eficiente, con austeridad, ordenar la Caja de Jubilaciones. Tenemos que respaldar al gobernador para que implemente mayor eficiencia, porque los impuestos que tributamos tienen que ser fructíferos. En el tema de infraestructura, el gobierno de la provincia tiene que consensuar con la Nación y con los municipios en las obras más importantes. Para Crespo debemos trabajar sí o sí, en la autovía con Paraná y el camino de Acceso Illia a Isletas, hace más de 20 años está pedido el enripiado. Eso tiene que ver con la calidad de vida de los productores, que puedan venir para estudiar, sanarse, para hacer sus negocios. Para Crespo es importantísimo ese camino. Tuvimos una audiencia con el gobernador y con el intendente. El gobernador respalda la autovía, también el traspaso de los terrenos del Ejército, para que después entre todos veamos qué es lo mejor.
LAR y la comunidad
– ¿Qué mensaje deja desde LAR a la comunidad?
— LAR es como Crespo, pujante y con ganas de hacer. LAR siempre tuvo una cuota de innovación, con el supermercado. Después, LAR nivela para arriba. Recuerdo cuando estaba en Contabilidad Central, la cantidad de consultas que teníamos de empresas sobre cómo se hace esto o lo otro. Cuando había menos contadores, el lugar de consulta sobre cómo se hace era LAR. Me parece que LAR termina siendo un espacio donde hay consumidores, productores, usuarios, acerca el campo con la ciudad, y me parece que todos nos sentimos parte de LAR. Es lo mejor que le puede pasar a la cooperativa.
– Muchas veces se planteó que LAR, por ser tan grande, no deja crecer otras empresas. En el comercio, fundamentalmente.
— No coincido con eso en absoluto. Creo que somos un polo de atracción para Crespo y eso beneficia a todos. Acompañamos a los pequeños y medianos comercios y compramos local. Los productos regionales que vendemos tienen que ver con respaldar lo local y sumar. Muchos socios tienen sus propios negocios, una tienda, una zapatería, un supermercado. ¿No sé si no pueden competir con LAR? Por el hecho de ser grandes, dejamos muchos flancos. La atención personalizada que tiene el dueño de un mercadito no la podemos hacer nosotros. Por otro lado, quiero rescatar algo de Crespo. Con sus 22 mil habitantes, más o menos, alguien que viene a esta ciudad encuentra desde el vehículo que quiere, la maquinaria o los repuestos que quiere, la metalúrgica que necesita. Todo es de calidad, el comercio es competitivo. En eso LAR influye y da competitividad.
Quién es
Noelia Margarita Zapata es gerente general de La Agrícola Regional y vicepresidenta del Consejo Empresario de Entre Ríos. Estudió las carreras de contador público y Administración de Empresas, egresada en ambas de la Universidad Católica de Salta. También es licenciada en Cooperativismo, título que logró en una carrera de nivel universitario que se dictó durante los años setenta en el ICC.
Durante 42 años dentro de LAR, Zapata fue pasando por casi todas las secciones: Lácteos, Cuentas Corrientes, Contabilidad Central, Personal, Proveedores, Administración, Sistemas, Administración Financiera, Secretaría de Gerencia, Subgerencia y finalmente la Gerencia.
LAR es la segunda cooperativa de primer grado del país, por facturación y por cantidad de empleados, en la actividad agropecuaria. Como empresa que tributa, es la primera firma en Entre Ríos.
Zapata está casada con Fernando Jacob y tienen tres hijos: Leandro, de 33 años, arquitecto; Matías de 30, médico, se casó hace una semana; y Mauro, de 23 años, estudiante de veterinaria. Todavía no tiene nietos.
Inspiradores
• “Juan Schmidt fue un inspirador en muchas cosas para mí. Una persona que tenía valores y principios y llevaba el cooperativismo en la sangre. Mis puntales fundamentales fueron don Juan Schmidt y don Oscar Sorassio, que tenía una forma de defender LAR y entender el movimiento cooperativo, que era muy particular”.
• “Mis padres me dejaron la fortaleza, la honestidad, las ganas de laburar, que con laburo se logra todo y que con coraje y convicciones se pueden lograr cosas”.

La educación
“La educación te eleva y es lo que más te hace soñar en grande. Si tenés la formación adecuada y si podés soñar, podés empezar a cambiar cosas. Si no tenés derecho ni a soñar, no podés cambiar nada. Y ese educador exigiendo, no el conformismo de todos los días. ¿Por qué tengo muy presente a Sorassio? Porque era muy exigente como docente. Y otra persona que me pareció espectacular fue el profesor Ezio Zapata. Te nivelaba para arriba. Esos educadores que nivelan para arriba son los que marcan, porque te obligan a salir de una actitud cómoda”.
Familia y juventud
– ¿Cómo fue compensando su carrera laboral con la familia?
— Es complejo. Porque cuando mis hijos eran chicos, me preguntaba qué pasaba con mis hijos en esas horas que no estaba en casa. Trataba de compensar con deportes y otras actividades. Yo era exigente con mis hijos y estoy contenta de haber sido exigente. El deporte, que les fuera bien en la escuela y el idioma, para mí era una obligación que ellos tenían que desarrollar. Tuve mucho acompañamiento de mi esposo y de mi familia, mi mamá y mis hermanas. Desde que nació Leandro, tuve una persona que me ayudaba en casa. Y en estos 33 años sólo cambié cinco personas. Yo tomé la dimensión de la importancia que tiene Crespo cuando llevé a mi hijo mayor al jardín de infantes. Sentí el privilegio de estar en Crespo.
– ¿Por qué?
— Porqué sentí que en cinco cuadras podía llevar a mi hijo y venirme a trabajar. Me quedaba todo a cinco o diez cuadras. Sentir la protección de la escuela y tenerla cerca. También sentí la protección de los médicos que se adecúan a los horarios de quienes tenemos muchas obligaciones. Ese acompañamiento lo sentí muchísimo. Esas cuestiones parecen insignificantes pero son valiosísimas.
– ¿Cuál es su evaluación de las jóvenes mujeres que hoy llegan a LAR a buscar trabajo, así como Ud. buscó hace décadas? ¿Hay ‘madera’?
— Yo creo que ‘tienen madera’, pero necesitan que las sostengamos mucho. Nosotros madurábamos antes, ahora la adolescencia se prolonga más. Creo que necesitan acompañamiento, y creo que los padres no podemos dejar de sentir que no somos amigos de los hijos. Somos los padres, tampoco somos los dueños. Somos una herramienta que debe acompañarlos siempre. Por supuesto, a veces los hijos se dejan acompañar menos, a veces más. Pero creo que hay buena madera en la juventud y que tienen menos ataduras que nosotros. Hay que escucharlos más porque esa menor atadura implica que su visión es más amplia que la nuestra. Debemos tener la apertura de escucharlos más. Depende de nosotros encaminarlos. Hasta los treinta son muy frágiles. A cierta edad, uno tiene la presión de estar con sus padres que son mayores, tiene la presión del trabajo y por ahí quedan los hijos como más perjudicados. Pero hay que acompañarlos, no somos los amigos, hay que darle un marco a los hijos. Ese rol no hay que perderlo.

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